1929 Ante el presidente francés

En enero, Gardel realiza un breve viaje de descanso a Italia con su manager Luis Pierotti. En febrero regresa a París y canta en el teatro Ópera, ante el presidente francés, junto a Maurice Chevalier, Raimú, Lucien Boyer, la Mistinguett, Lis Coty. Barcelona y Madrid completan su triunfante periplo y regresa al Plata alternando actuaciones en las dos orillas con una importante serie de grabaciones.

En noviembre de este año Barcelona, introductora de cien culturas diferentes, no solo para España, sino para toda Europa, iba dándole a los aires de la Generalitat los perfumes del tango. Francisco Spaventa, un cupletista de generoso repertorio tanguero, había comenzado a difundirlo, pero restándole autenticidad.

Durante bastante tiempo había dicho que cantaba tangos pero, en realidad, aprovechándose de la buena fe de los españoles, lo que les cantaba eran cuplés. La mentira se descubrió cuando apareció Carlos Gardel, con su voz y su estilo inconfundibles.

Como por arte de magia, y pese a no tener ningún otro antecedente que les permitiera cotejar las dos versiones, los hispanos no vacilaron y proclamaron a Gardel. Reconocieron que era Gardel quien daba a los tangos su característica tonalidad porteña.

Unos meses después llegaron a Barcelona Irusta, Fugazot y Demare, y confirmaron la elección: lo que ellos interpretaban no difería de lo que Gardel había llevado a esas tierras. Fue entonces cuando el prestigio del cantante alcanzó una dimensión poco común en la época.

Claro que, si la consagración en la península ibérica llegó en noviembre, el año artístico había sido respetuoso con el calendario y se había iniciado bastante antes. Muy temprano. Tanto como que, en enero, Gardel viajó con su manager Luis Pierotti por dos semanas a Italia; y aunque fue un viaje de descanso, Carlos cantó algunas noches de la, por esa época fría bota mediterránea, en casa de amigos.

Desde allí viajó otra vez a París para tener en febrero una consagración que despertaría la envidia de muchos colegas: el día 5 de febrero cantó en el teatro Ópera junto a Maurice Chevalier, Raimú, Lucien Boyer, la Mistinguett, Lis Coty y la orquesta típica de Osvaldo Fresedo, en el festival “Bal des Petits Lits Blancs”. Y no solo eso. El presidente de la República de Francia, presente en el festival, le pidió a Gardel que repita “El carretero”. Gardel cumplió y una catarata de aplausos le puso calor a todo París, que vivía un invierno crudo como pocos.

Cuando Gardel dejó el apartamento de la calle Spontini Nº 51, viajó a Cannes para cumplir diez funciones en el casino local. Pero volvió a la Ciudad de la Luz para iniciar un ciclo de audiciones en el teatro Empire, donde a veces lucía smoking y a veces vestimentas gauchas. Ya que estaba en la ciudad grabó para la Odeón francesa cuatro nuevas obras, acompañado por los guitarristas Barbieri, Ricardo y Aguilar, que se alojaban en el Hotel Olimpic de la Rue Fontaine Nº 19.

Después se trasladó a Barcelona para debutar el 23 de abril en el teatro Principal Palace de la ciudad condal. Allí cobra (por dos funciones diarias) 1.100 pesetas. Pero su éxito en Barcelona lo obligó a bajar a la capital, y es en mayo cuando actúa en el teatro Avenida de Madrid, donde se desvinculó del grupo José Ricardo, luego de 13 años de permanencia al lado de Gardel. En junio volvió a Buenos Aires en el Conte Rosso y grabó “Barrio viejo” para Odeón, compañía para la que grabaría todo el año, inclusive otra vez junto a Razzano (“Claveles mendocinos” y “Serrana impía”), de quien hacía cuatro años que estaba separado artísticamente.

Esta actividad en Buenos Aires la alternaba con presentaciones en distintas salas porteñas y con algunas escapadas a Montevideo.