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Para el mundo Gardel es la voz y Piazzolla la música de Buenos Aires

SUCESO GARDELIANO N°29 - 11/03/2021

PARA EL MUNDO GARDEL ES LA VOZ Y PIAZZOLLA LA MÚSICA DE BUENOS AIRES 

Todas las historias de vida tienen condimentos, pero son pocas las que han marcado huella, y mucho menos las que han marcado historia, Astor Pantaleón Piazzolla sin lugar a dudas es una de las personalidades más destacadas a nivel mundial, de la música de Buenos Aires del siglo XX. Su impronta y su memoria se acrecientan en el imaginario de los argentinos, siendo unos de los iconos claves de nuestra cultura.

Pero no sé si podemos hablar de casualidad o causalidad, sobre aquel encuentro en el que conoció a Carlos Gardel, siendo muy joven, que le marcó en forma inconsciente el amor por lo propio, por Buenos Aires, algo que Piazzolla recién descubriría muchos años después, cuando entendió que él había revolucionado la música porteña: “Mi sueño es imponer mi música, la de mi país, en todo el mundo”. Como creador de un nuevo estilo supo decir, “No concibo el color pastel en el tango. Mi bandoneón tiene que cantar y gritar. Esos golpes que pego en la caja por lo general son parte de la música; un efecto de percusión”, que hoy define a la música y a los sonidos de Buenos Aires. Su aparición fue revolucionaria para el género y hoy, su figura discutida e irrepetible, solo comparable a la de Carlos Gardel, quien marcó una decidida influencia en la evolución del tango.

Muchos años después, aproximadamente en el año 84, Piazzolla había comenzado a pensar, en crear una ópera homenajeando a su amigo Carlos Gardel, a quien consideraba un innovador de primer orden; en Londres, en el año 85, Astor fue invitado a una mesa redonda radial por el Servicio Latinoamericano de la BBC, En ella participó también el escritor  Simón Collier, en un momento de la tarde, Piazzolla lo llevó a un costado y le pidió un favor, le dijo que su gran ambición era escribir una ópera (en lenguaje tanguero) basada en la vida de Carlos Gardel, y que le gustaría mucho que el libreto fuera escrito en inglés, y en lo posible por Tim Rice, coautor junto a Andrew Webber de la opera Evita.

Izq.: Astor Piazzolla en la BBC de Londres junto a Simón Collier, 1985. Der.: Simón Collier.

La Idea fue calando hondo en forma obsesiva; Astor encarga el libreto a su amigo y letrista Pierre Philippe, quien le escribió un manuscrito para una ópera que duraría de cuatro a cinco horas. La impresión de Philippe era que Piazzolla «quería hacer algo muy osado. Este trabajo convirtió a Philippe rápidamente en gran admirador de Gardel. En la Navidad de 1987 Astor se fue a Punta del Este con la esperanza a trabajar en el proyecto, pero no avanzaron mucho. Gary Burton comento, que lo que a Astor le interesaba en forma obsesiva era la ópera sobre Gardel; ansiaba que ésta constituyera su éxito consagratorio».

 La obra nunca pudo concretarse, la tragedia abordó a Astor inesperadamente con un ACV que le impediría terminarla. En una emotiva carta a Charlie, como le decía, escrita supuestamente por Astor, en el año 78, recuerda aquel encuentro ocurrido a sus 13 años y deja entrever en ella el reconocimiento, la admiración y el agradecimiento que nunca pudo darle en vida.

El joven Astor Piazzolla (Canillita), Carlos Gardel, Tito Lusiardo y Manuel Peluffo en escena del film “El día que me quieras”. 

Buenos Aires, año de 1978

Querido Charlie:

Quizá llamándote Charlie te acordarás del pibe de 13 años que vivía en Nueva York, que era argentino y tocaba el bandoneón. Además, trabajó de canillita contigo en «El día que me quieras». Te puse Charlie cuando me preguntaste en tu casa como se decía Carlitos en inglés. ¿Te acordás cuando te llevé un muñeco de madera que había tallado mi viejo? Esa mañana me dedicaste dos fotos, una para Vicente Piazzolla y otra para «el simpático pibe y futuro gran bandoneonista». De 1934 a hoy, 1978, pasaron 44 años y realmente no te fallé. ¿Te acordás cuando me llevabas a tus filmaciones en los estudios Paramont de Long Island? Febrero de 1934, la peor nevada del año, dos metros de alto y 10  bajo cero y yo tu traductor de piropos a las pibas que te querían conocer. Nunca olvidaré las dos bicicletas que agarramos con Tito Lusiardo y rompimos tratando de entrar en calor.

Por las tardes solía acompañarte a que te compraras ropa en grandes tiendas de Nueva York. Recorrimos Sacks, Macys, Florsheini y al fin compraste tus dichosas camisas con rayas verticales y horizontales. Docenas de ellas, zapatos de charol, borsalinos etcétera, como si te sobrara la guita. 

Te mostré toda mi ciudad (estaba orgulloso de saber tanto; también…hacía once años que vivía allí), sobre todo en mi barrio, Greenwich Village, adonde te llevaba a conocer las mejores cantinas italianas, y vos, con problemas de busarda, te cuidabas; sin contar las veces que viniste a mi casa donde probaste los ravioles de la nonina Asunta, además de un final de buñuelos de menbrillo. ¡Cómo te gustaba comer bien!

Jamás olvidaré la noche que ofreciste un asado al terminar la filmación de «El día que me quieras». Fue un honor de los argentinos y uruguayos que vivían en Nueva York. Recuerdo que Alberto Castellano debía tocar el piano y yo el bandoneón, por supuesto para acompañarte a vos cantando. Tuve la loca suerte de que el piano era tan malo que tuve que tocar yo solo y vos cantaste los temas del filme. ¡Qué noche Charlie! Allí fue mi bautismo con el tango. Primer tango de mi vida y ¡acompañando a Gardel! Jamás lo olvidaré. Al poco tiempo te fuiste con Lepera y tus guitarristas a Hollywood. ¿Te acordás que me mandaste dos telegramas para que me uniera a ustedes con mi bandoneón? Era la primavera del 35 y yo cumplía 14 años. Los viejos no me dieron permiso y el sindicato tampoco. Charlie, ¡me salvé! En vez de tocar el bandoneón estaría tocando el arpa.

Izq.: (R) Recreación de Carlos Gardel, Astor Piazzolla, Vicente Piazzolla (padre de Astor) y Asunta (madre de Astor) en la puerta de la peluquería de Vicente en New York, junto a la réplica del muñeco de madera que tallara Vicente para Gardel. Der.: El joven Astor Piazzolla (Canillita), Carlos Gardel, Tito Lusiardo y Manuel Peluffo en escena del film “El día que me quieras”. 

Empieza la nueva época de mi vida. Volvemos a Mar de Plata en el 36. Me agarra el flechazo de la música y estudio locamente el fuelle. Mi bandoneón y yo nos vamos a Buenos Aires y debuto con Anibal Troilo. ¿Sabés quien es Troilo? Él era vos, tocando el bandoneón. Es como decir; tu continuador. Estábamos en 1939 y hacía 4 años que eras Dios. Tus filmes y discos subieron desesperadamente. Ahora los giles descubren que cantabas bien. Se acuerdan de aquel momento en que preferían escuchar a otros cantores. Tu teatro estaba vacío. Tu ida a Europa fue premonitoria y tus presentaciones son cada vez más importantes. Después los Estados Unidos, tus filmes, Holywood, Centroamérica y Medellín, el fin de la ruta. Sabés una cosa… a mi tampoco me gusta el avión, menos esa catramina que tomaste vos. Pero…después de tu ausencia comienzan a aparecer los nuevos personajes de Buenos Aires

Charlie… le arruinaste la vida a los cantores, esos que solían decir; menos mal, se fue Gardel y hay más laburo para nosotros, y otros contestaban: guarda muchachos que quedan los discos. Aprovechando este momento, aparece una nueva clase social: las viudas de Gardel, personajes que compraban o tenían tus discos. Automáticamente se hacían locutores de radio y «críticos»; además todos decían que eran amigos tuyos y nunca te habían visto en la vida. Esta gente que tiene su clan formado en toda la Argentina, Uruguay, Colombia, Venezuela y muchos países mas, hace casi 45 años que viven gracias a vos. Pero allí no termina la cosa. Después del 1936 nacen los Gardelianos, Gardelones, Gardelitos o Gardeluchos. Son unos bichos raros que usan tu sonrisa, tus mismas pilchas, tu misma manera de andar y de hablar, pero lo que no pueden hacer es cantar como vos.

Charlie, sé que estarás muriendo de risa, no es para menos. Te puedo decir que la mayoría de los cantores quisieron ser Gardel, y Gardel fue todos. Aquí se ha corrido la voz de que tus discos ensayan de noche, por eso cada día cantás mejor. Te cuento una linda Charlie, ciertos profesores de canto del Teatro Colón hacen escuchar tus discos como modelo de canto y estoy seguro de que siempre estarás mirándonos de allá arriba y pensarás que te hubiera gustado cantar los grandes tangos del 40; además yo hubiera escrito para vos y te hubiera hecho los arreglos y tocaría el bandoneón. Matamos Charlie.

Lo único que no quisiera usar en la orquesta es el arpa. Allá tendrás una colección de todos los colores. Vos que conoces a los ángeles ¿por qué no les pedí que cambien el sistema y metan un bandoneón en la orquesta? Mira que están el gordo Pichuco, Maffia, Laurenz. Me estoy entusiasmando demasiado y prefiero esperar un poco para ser yo quien organice esa orquesta. Me voy a trabajar, o sea, como se dice hoy, «tengo un recital».

Voy a pensar en el pibe Piazzolla cuando vos le dijiste: «Ahora poné música de Arrabal amargo y dale con todo». Era la primavera del 35 y había nacido el dúo Gardel-Piazzolla.  Soy un tipo de suerte. Algún día nos encontraremos en el último piso. Esperame, pero….no te mueras nunca.

Astor Pantaleón Piazzolla.

(No podría confirmar que la carta hubiera existido, ni siquiera que la hubiera escrito, pero si como estudioso de su vida y obra, que estos son sus pensamientos, es por eso que me pareció oportuno trascribirla).

Resistido, incomprendido y combatido en su tiempo, Astor sufrió la embestida de sectores conservadores, reaccionarios a todo cambio; tuvo que defenderse, pelear, discutir, pero su genio innovador se impuso y triunfó, constituyéndolo en modelo y valioso legado para la música de todo el mundo. 

Desde el comienzo se vio luchando consigo mismo para tratar de parecerse a cualquier otro en la vida cotidiana, pero sabiéndose distinto por dentro, experiencias que fueron templando su carácter. Crecer en fortaleza física y anímica estimulado permanentemente por sus padres para que no se sintiera disminuido, constituyó su temprano entrenamiento para afrontar los avatares que la vida le impondría.

En tu aniversario querido Astor podría decirte, al igual que Gardel: lo has logrado, aquel sueño que supiste compartirnos es una realidad, tu música sigue creciendo, impulsada por las nuevas generaciones y como alguna vez supiste decir, “que si Gardel viviera, sería piazzolliano» sin ninguna duda y podríamos afirmar que  “Para el mundo Gardel es la voz y Piazzolla la música de buenos aires”.

Walter Santoro

Fundación Internacional Carlos Gardel