1919 Ampliación del repertorio
La variedad del temario elegido, que hasta esa temporada se había limitado a estilos, gatos, zambas y canciones criollas, demuestra la preocupación permanente de Gardel y Razzano por ofrecerle al público que concurre a verlos, lo más novedoso del momento.
En febrero, el dúo comienza sus actuaciones en el teatro Catalunya y en el cine Uruguayo de Montevideo, y tal como lo hicieran el año anterior, realizan entre marzo y junio, una gira por las salas del interior regenteadas por Max Glücksmann, con la intención de promover las novedades discográficas. Es así como se presentan, entre otros lugares, en la ciudad de Mar del Plata y en las provincias de Entre Ríos, Tucumán y Córdoba. Se deduce que recién en la segunda mitad del año habrían comenzado las grabaciones; siempre acompañados por la guitarra de José Ricardo. En cuanto a la temporada teatral, la iniciaron (y con algunas interrupciones la mantuvieron hasta el mes de noviembre) en el Esmeralda. Allí ya comenzaron a difundirse las primeras cintas mudas. Es decir que dejaron de hacer los clásicos “fin de fiesta” teatrales, para dedicarse a completar las funciones cinematográficas, cantando en los entreactos. Con el tiempo, la experiencia demostraría que el público concurría a ver al dúo y no a los films que en dichas salas se exhibían.
Las fechas del regreso al disco del dúo nunca quedaron determinadas fehacientemente. Se sabe que comienzan el año discográfico con un bambuco colombiano, para proseguir con el célebre “Ay, ay, ay” del chileno Osmán Pérez Freire. También, dos tangos y su repertorio de canciones criollas (aunque ya se advierte cierta tendencia al folklore cuyano, con una tonada y una cueca). La variedad del temario elegido, que hasta esa temporada se había limitado a estilos, gatos, zambas y canciones criollas, demuestra la preocupación permanente de Gardel y Razzano por ampliar el repertorio y ofrecerle al público que concurre a verlos, lo más novedoso del momento.
El hecho más significativo del año artístico lo señaló la incurable locura de Pablo Podestá. Para homenajearlo, y con el objeto de recaudar fondos que ayudaran a solventar gastos clínicos, se realizó en agosto un festival extraordinario en el Teatro Avenida. El acto, que se inició de tarde, duró cinco horas y al mismo aportaron su presencia los nombres más representativos de la escena nacional. Con obras de Benavente y Carlos Mauricio Pacheco, se distinguieron los consagrados Parravicini, Camila Quiroga, Angelita Pagano, las tonadillas de Teresita Zazá, quien también cantó tangos más adelante, los bailes típicos de Antonia Mercé, “La Argentina”, y las canciones del dúo criollo. También hizo su aporte la música lírica, presente por medio de artistas del Colón y del Coliseo.
Entre otras actuaciones de beneficencia, Gardel y Razzano se presentaron en el Teatro Nuevo, que dedicó una función a José Antonio Saldías y otra a Julio Sánchez Gardel, y en el San Martín, que ofreció una velada en beneficio de la Caja de Socorros de la Sociedad Argentina de Actores. Fue la primera vez que, en escena, se desempeñaron en un ámbito criollo y tanguero. En este año Gardel y Razzano comenzaron a tomar clases de canto por primera vez en sus vidas con el maestro Eduardo Bonessi.
Max Glücksmann fue uno de los pioneros de la industria fonográfica argentina. Tomó a su cargo la representación de los discos Odeón en 1915, y contrató a numerosos artistas. En 1919 construyó el cine-teatro Grand Splendid en avenida Santa Fe 1860. En una sala de este edificio Glücksmann instaló el estudio de grabación del sello, donde Gardel grabó a partir del año 1920 junto a José Razzano.