1925 Gardel internacional, el honor de cantar para un príncipe
Radios, discos, teatros y homenajes formaron parte de la poblada agenda de los celebrados cantores nacionales. De las muestras de adhesión brindadas al arribo de Eduardo de Windsor, príncipe de Gales, participaron el dúo y sus guitarristas, despertando la admiración y el entusiasmo del soberano.
La supremacía vocal de Gardel sobre su compañero de dúo comenzaba a evidenciarse, quien poco después de una intervención quirúrgica en su garganta decidió abandonar el canto. Gardel viaja nuevamente a Europa sin Razzano y realiza grabaciones en Barcelona.
Como cada nuevo año, 1925 le deparaba grandes novedades a Carlos Gardel. Sería difícil determinar un orden de importancia a los acontecimientos trascendentes que se van sucediendo porque cada uno de ellos tiene su valor.
El año comenzó en La Plata, actuando en la compañía de Blanca Podestá. Era cada vez menos frecuente encontrarlos haciendo “fin de fiesta” con las empresas teatrales. Pero, tratándose de la temporada veraniega, el dúo accedió a actuar. También lo hicieron en el cine Gran Splendid (propiedad de Max Glücksmann) en los entreactos de los films.
Hacia abril, participaron en un homenaje al escritor Julián de Charras en el teatro Nacional. Era muy común que el dúo se presentase en cuanto beneficio artístico se realizaba. Un día después de este acto, el 26 de abril, Gardel usó su garganta, pero no para cantar, sino para alentar el debut de su caballo Lunático en las pistas palermitanas, que finalizó tercero en una competencia de 1.200 metros. El jockey fue su gran amigo Ireneo Leguisamo.
Radios, discos, homenajes y teatros completaban la poblada agenda del celebrado dúo nacional. Y hubo una reafirmación muy sugestiva en su actividad discográfica: de toda su producción anual, Razzano intervino solamente en seis dúos. Es decir, que la supremacía vocal de Gardel se evidenció notoriamente.
El 17 de agosto llegó al país Eduardo de Windsor, príncipe de Gales. Una de las tantas muestras de adhesión que recibió fue un homenaje en la estancia de la familia Unzué de Casares, ubicada en la localidad de Huetel (provincia de Buenos Aires).
Allí llegó el dúo Gardel-Razzano, Ricardo, Barbieri y el valet Mariano Alcalde. La noche del 24 fue apoteótica para los cantores y para el homenajeado. El príncipe de Gales se maravilló ante las interpretaciones del dúo criollo, y se sorprendió cuando realizaron “La canción del ukelele”, un tema típicamente extranjero. En una muestra de afecto espontánea, sacó de su equipaje un ukelele, adquirido en Hawái, y acompañó al dúo, junto con Ricardo y Barbieri.
La decadencia vocal de José Razzano, que se iba haciendo notoria progresivamente, tuvo una crisis en Rafaela, el 30 de septiembre. Allí le comunicó a Gardel su decisión de abandonar el canto. El Zorzal le propuso entonces someterse a una intervención quirúrgica que estaría a cargo de León Elkin. A pesar de ello, Gardel quedó solo.
Aprovechando tal situación, decidió regresar a Europa. Se embarcó el 17 de octubre con la compañía teatral Rivera-De Rosas y José Ricardo. Tal como en la temporada de 1923, actuaron en los entreactos de las piezas criollistas que representaban en diversos teatros de España. Gardel los acompaña hasta el 23 de diciembre, en que se despide del teatro Goya a través de un festival que se da en su honor.
Este año se diferenció de los otros en que Gardel tuvo la oportunidad de grabar durante los últimos días del año, en Barcelona.