SUCESO GARDELIANO N°32 -16/04/2021
GARDEL Y RAZZANO, EL DÚO MÁS FAMOSO DE LA HISTORIA (SEGUNDA PARTE) CUANDO DOS ZORZALES SE REÚNEN
Durante años, desde la niñez misma, Carlos Gardel y José Razzano habían soñado con ser músicos. Querían ser payadores. Pero les faltaban la inventiva y la agilidad mental que caracterizan al arte de improvisar –requisitos que hoy debe tener, por ejemplo, cualquier artista “freestyle” que se precie–. Entonces cultivaron el género del canto criollo, es decir, con letras y melodías previamente ensayadas. Curiosamente, la aparición de las grabaciones en cilindro primero, y en discos a partir de 1905, fueron imponiendo en el gusto popular este formato de música ensayada, y los payadores empezaron a quedar en el recuerdo.
La creciente popularidad del flamante dúo Gardel-Razzano noche tras noche en el Armenonville, llevó a los directores Elías Alippi, Enrique Muiño, Pablo Podestá a incorporar a los cantantes. De este modo debutan el jueves 8 de enero de 1914, en el Teatro Nacional, cumpliéndose así la premonición de los anuncios de los primeros discos de Gardel en solitario, en donde se lo presentaba como “Cantor del Teatro Nacional”.
Jardines del Armenonville y partitura para piano del tango Armenonville de Juan Maglio.
Una costumbre de la época era la presentación de un número artístico en los intermedios o al final de una obra de teatro; esta curiosa función, de tema independiente de la obra, se conocía como “fin de fiesta” y era una herencia del teatro español. El dúo Gardel-Razzano se fue afianzando en los escenarios porteños a través de este tipo de presentaciones, y el diario La Razón comentaba al día siguiente de su debut: “En un intermedio se hicieron aplaudir muchísimo, cantando algunos estilos criollos, acompañándose en guitarras, los señores Gardel y Razzano”.
Estas presentaciones en obras de teatro se continuaron a lo largo de todo el año, deleitando al público no solo en teatros porteños, sino también en algunos del interior del país, como el Colón de Rosario y el Novedades de Córdoba, entre otros.
El dúo comienza a participar en distintos eventos y lugares, que les sirve de gran ayuda para promocionarse. En marzo de 1914 se presentan en la Casa Suiza en dos programas a beneficio, y animan los entreactos de la obra “El alma del tango” en el teatro Apolo. Contaba tiempo después Gardel en una entrevista: “Figúrese que no había ‘beneficio’ en Buenos Aires para el que no nos vinieran a buscar. […] ¡Si habremos corrido de un lado al otro, trabajando gratis en el tiempo de nuestra mayor ‘fulería’!”
El 15 de ese mismo mes retornan al Armenonville para presentarse hasta el 4 de abril, esta vez como un terceto junto a Francisco Martino.
Posteriormente, como lo habían hecho en otra ocasión con el cuarteto, realizan una serie de presentaciones por el interior del país, en las provincias de Córdoba y Santa Fe, para retornar a la ciudad de Buenos Aires y actuar en el teatro Moderno, el Splendid y el Nacional.
Como vemos, este año el dúo aprovecha todas las oportunidades que se les presentan para hacerse conocer, para difundir su arte, y pese a que los esfuerzos no se trasladan aún a una mejora económica concreta, sumaron experiencia en los escenarios, crecimiento musical y nuevas canciones.
Entre enero y mayo de 1915 continúan sus presentaciones en diversos teatros de la ciudad de Buenos Aires y realizan una gira por algunas provincias.
En junio de 1915 el dúo cruza el charco hacia Montevideo, debutando el 18 de junio en el teatro Royal, en una presentación realizada dentro de un programa de variedades y obteniendo un gran éxito, siendo necesarios varios bises a pedido del público. Actúan también en los teatros 18 de julio y Politeama.
Estas exitosas presentaciones en Uruguay y Argentina animan a Gardel, que percibe, aun tímidamente, que su sueño de poder vivir de la música puede convertirse en realidad; las enormes dudas sobre su futuro artístico y económico se comienzan lentamente a disipar. Recordemos que en general las giras que realizaban por el interior del país no les reportaban grandes ganancias —a veces volvían más “secos” de lo que había partido— y que todavía se acompañaban con guitarras prestadas, por lo que el éxito que empezaban a cosechar fue muy estimulante para ambos integrantes del dúo.
El 17 de agosto se embarcan en el buque “Infanta Isabel” rumbo a Brasil, donde desarrollarán una serie de presentaciones junto a la compañía teatral “Compañía Dramática Rioplatense”. En el viaje tuvieron un encuentro histórico con el gran tenor italiano Enrico Caruso, quién los escuchó en privado y elogió la voz de Gardel diciéndole: “Aparte de la voz, usted tiene un don inconfundible: purísima dicción, clara, perfecta…”.
En Brasil, la Compañía se presentó en San Pablo y Río de Janeiro. El 21 de septiembre Gardel recibe la triste noticia de la muerte de su amigo José Betinotti, el gran payador, a quien conoció en el Café O’Rondeman del Abasto y afirmara al escucharlo cantar: ¡Carlitos… vos cantás como un zorzal! derivando de allí su famoso apodo de “Zorzal Criollo”.
Cuenta Gardel que “en el regreso de Brasil a Buenos Aires, yo propuse a Alippi formar una compañía de género típico argentino. Lo hicimos y aquello fue en Buenos Aires un verdadero estallido de entusiasmo. Yo interpretaré todas aquellas canciones populares que hasta entonces no habían subido al escenario”. Este proyecto se materializó en la presentación el 12 de noviembre en el teatro San Martín en la obra “Juan Moreira”, de Eduardo Gutiérrez, dirigida por José González Castillo y Elías Alippi, y en la que el dúo participaba en el segundo acto de la obra. Comentó el diario La Razón el 13 de noviembre de 1915: «… los cantos de Gardel y Razzano, han hecho sentir a todos la dulce y melancólica nostalgia de las viejas cosas de la tierra. Recibieron éstos, como premio a sus sentidas canciones, muchos aplausos”. Como vemos, Gardel siempre estaba pensando en nuevos proyectos, nuevo repertorio, nuevas presentaciones. Su particular personalidad colaboró de manera insoslayable en la construcción del enorme artista que llegó a ser. Era un emprendedor nato, autodidacta, un adelantado a su época, que aprovechó no sólo toda su capacidad artística, sino también que se valió de todas las herramientas disponibles de la época para utilizarlas a su favor.
En esta nueva obra participaban veinte guitarristas, entre ellos, José Ricardo, que impresiona a Gardel y Razzano. Carlos comenta: “Ese no será un concertista ¡pero la hace hablar a la viola!”.
Ni Carlos ni José eran eximios guitarristas y en el caso de Gardel su mayor interés residía en el perfeccionamiento de su técnica vocal y en la interpretación. Conscientes de su limitación como ejecutantes, comprendieron que era indispensable contar con un músico que realzara el acompañamiento y encontraron en Ricardo la solución, incorporándolo al dúo una vez finalizados los compromisos en el San Martín.
Gardel, Ricardo y Razzano ensayando.
Gardel intentaba ser muy cuidadoso de su apariencia, entendía la importancia de esta para seguir creciendo. Gardel, al igual que Razzano, eran sus propios asesores de imagen; el dúo trabajaba mucho en este aspecto, tan es así que ni bien ingresó Ricardo lo obligaron a afeitarse el bigote aduciendo una cuestión de imagen en el escenario.
Mientras el dúo iba dándose a conocer por los distintos escenarios, Carlos y José afianzaban su amistad. Aunque tenían personalidades diferentes, se complementaban a la perfección, ocupando cada uno su rol dentro de la formación. Mientras Gardel se hacía cargo de los temas artísticos, Razzano se destacaba como un hábil administrador y experto en relaciones públicas, además de manejar todos los asuntos económicos.
Para ese entonces Razzano ya se había casado con Cristina Chirinícola y era común encontrar a Gardel en la casa de éstos compartiendo agradables momentos familiares. Cuando el primero de agosto de ese año nació Cristina Clara Josefina (Chichita), la primera hija de José y Cristina, no dudaron ni un instante en que Carlos sería el padrino de bautismo.
Tras la Gran inmigración, la vida en la Gran Aldea no era del todo sencilla. Gardel y Razzano, que siendo extranjeros y de humildísima cuna, llegaron en poco tiempo a los más altos grados de popularidad y prestigio por méritos personales.
El 11 de diciembre de 1915, en un confuso episodio, a la salida del salón «Palais de Glacé», Gardel tuvo un cruce de palabras con otros concurrentes, en la esquina de la avenida Alvear y Agüero, esa noche habían ido acompañado con los actores Elías Alippi y Carlos Morganti al a los cuales Gardel se acerca para hablarles y en ese momento parecía que el asunto estaba arreglado, sin embargo, cuando los artistas salen del salón Carlos Gardel, recibe un disparo la herida de bala fue en el costado izquierdo del cuerpo, inmediatamente acompañado de sus amigos antes nombrados, los trasladó al Consultorio Centras de la Asistencia Pública, donde fue curado de primera intención y luego remitido al Hospital Ramos Mejía, donde los médicos constataron que la bala se hallaba alojada cerca del pulmón izquierdo, sin orificio de salida, y concluyeron que lo mejor era no extraerla, por lo que Gardel vivió con el ese proyectil en su cuerpo el resto de su vida. Carlos tuvo una rápida recuperación y el mes siguiente ya estaba en actividad nuevamente.
El dúo goza de enorme popularidad y las presentaciones se suceden sin interrupciones. En marzo y abril de 1916 actúan en varias ciudades de la provincia de Buenos Aires para retornar a los escenarios porteños en la obra “Juan Moreira”, presentada por la “Compañía Tradicionalista Argentina”.
En junio realizan una gira por el interior con la compañía de Agustín Ramírez y en julio actúan en el teatro Politeama de Rosario.
El 20 de agosto el dúo participa de una velada para agasajar a los escritores Eduardo Marquina, Ortega Munilla y su hijo, José Ortega y Gasset, quién conmovido por la interpretación de Gardel de “Pobre mi madre querida” afirmó: “Este muchacho pinta el dolor callado de la madre que sufre, con emoción tal que conmueve de verdad”.
Posteriormente realizan presentaciones en varios teatros porteños, hacen su debut el Esmeralda junto con su guitarrista José Ricardo y a sala llena durante seis semanas.
El 4 de noviembre participan en la «Primera gran fiesta del teatro Nacional» organizada por la Asociación de la Crítica en el teatro Coliseo.
Más tarde actúan en el teatro Ópera en la obra «La suerte de Salustiano” y el diario La Razón comenta: «El celebrado dúo de cantores criollos Gardel-Razzano, se presentó anoche en la Ópera, mereciendo una calurosa acogida del público, el cual ve con agrado como se asocia al teatro español con los aires y cantos nuestros, y advierte que el nuevo aporte, no sólo está bien allí, sino que aún se destaca con rasgos acentuados».
Cierran el año presentándose con mucho éxito en el teatro Olimpo de La Plata y en el Esmeralda de la ciudad de Buenos Aires, donde continúan hasta el 5 de enero de 1917, año que será, como veremos más adelante, muy especial para Gardel.
El 11 de enero se trasladan a Montevideo, donde realizan actuaciones entre el 11 de enero y el 15 de febrero en el Teatro Urquiza.
De regreso a Buenos Aires se presentan en el mes de marzo en el teatro San Martín, en el Mayo y también, por primera vez, en el Empire.
Afiche del exitoso Dúo Gardel-Razzano, 1917.
Para este año la actividad fonográfica en Argentina ya se encontraba muy avanzada y existían varios sellos discográficos. Los discos de pasta de 78 rpm reemplazaron a los viejos cilindros de cera (que habían perdido la carrera contra el disco) y los estudios de grabación utilizaban el sistema acústico, que consistía en una gran bocina, frente a la cual los cantantes y músicos interpretaban la canción, mientras se imprimía el sonido en cera virgen.
El 9 de abril es un día trascendente para el dúo Gardel-Razzano, ya que en esa fecha comienzan a grabar discos para el sello Nacional-Odeón, propiedad de Max Glücksmann, un inmigrante inquieto y emprendedor. El dúo comienza su labor discográfica con la canción “Cantar eterno”, de Ángel Villoldo. Estos discos, de doble faz, presentaban una grabación del dúo en una cara y en la otra una de carácter solista, donde se alternaban Gardel y Razzano.
La grabación de discos le produjo al dúo un doble beneficio: la enorme difusión de sus canciones y el cobro de regalías. Las ventas fueron mejor de lo que esperaban y la situación económica del dúo mejoró notablemente.
Las actuaciones se suceden sin pausas y se presentan en los teatros porteños San Martín, Marconi y Empire.
Este año es muy importante para el dúo, pero en particular para Gardel, que es convocado para su debut como actor en la película “Flor de durazno”, dirigida por Francisco Defilippis Novoa y cuyo rodaje se realiza en Dolores (Córdoba). Lo curioso de este acontecimiento es que siendo Gardel ya un cantor muy reconocido y que su voz es su principal atractivo, la película es muda. Pese al hecho de que no cantaría en el film decide aceptar y encarna a Fabián, uno de los protagonistas de la cinta. El rodaje se lleva a cabo entre los meses de mayo y julio y cobró 200 pesos.
Gardel en ese momento pesaba cerca de 120 kilos y no queda muy convencido con la imagen que veía de sí mismo en la pantalla. Carlos, que cuidaba su imagen en extremo, decide iniciar seriamente una serie de ejercicios para perder peso, objetivo al que debe ponerle su mayor esfuerzo, ya a su entusiasmo por comer había que sumarle una predisposición natural a engordar. Solía bromear que hasta el agua lo engordaba, pero pese a todo, después de varios años de esfuerzo, logró estabilizar su peso entre 75 y 80 kilos. Esta costumbre de hacer ejercicio físico lo acompañaría el resto de su vida.
Después de finalizar el rodaje de Flor de durazno, Gardel retoma las actuaciones junto a su compañero y realizan, aproximadamente en esos días, una peculiar grabación del estilo “El moro”, pero con ritmo de tango y acompañados por la orquesta de Roberto Firpo. En esta época, la empresa grabadora de discos de Glücksmann registraba el número de matriz de la toma y el año, pero no así el día y el mes, por lo que no se puede afirmar la fecha exacta de esta toma.
A finales de septiembre el dúo Gardel-Razzano realiza una serie de presentaciones en Chile, en las ciudades de Valparaíso, Viña del Mar y Santiago, finalizando el 7 de noviembre.
De vuelta en Argentina realizan una gira por la provincia de Mendoza y una serie de presentaciones en Rosario y San Nicolás, para finalizar un año muy productivo en el teatro de 18 de julio de Montevideo.
Como dijimos anteriormente, 1917 es un año muy prolífico para Gardel: comienza a grabar discos en el sello Nacional-Odeón, filma su primera película, se presenta en Chile, Uruguay y Argentina; sin embargo, hay un hecho que fue aún más trascendente para su carrera, inimaginable hasta el momento: realiza el estreno y el registro fonográfico del primer tango. La composición se llama “Mi noche triste”, y es el resultado del agregado de una letra de Pascual Contursi sobre la música del tango “Lita” de Samuel Castriota. Carlos dudó mucho de cantarla en vivo, pues era una obra de carácter muy disruptivo en el repertorio folklórico que había interpretado hasta el momento y temía que su público no lo aceptara. Antes de presentarlo, por recomendación de Razzano, lo fue probando en reuniones de amigos para ver qué reacciones producía.
Sabemos por todo lo ocurrido en todos estos años que la amistad se fue fortaleciendo, pero se deja ver en el regalo que le hiciera Razzano a Gardel el 11 de diciembre de 1917, día de su cumpleaños, en una cigarrera de metal dorado con un monograma de sus iniciales en la tapa y la inscripción “con afecto y admiración” en la parte interior. Razzano se había dado cuenta del potencial de su socio y amigo.
Gardel, muchos años después, respondía a un reportero sobre cuál fue el día más feliz de su vida: “No fue un día, fue una noche, la más feliz y de la que tengo gratos recuerdos. Fue cuando canté mi primer tango de éxito. El tango que realmente me dio una oportunidad. Con él conseguí llamar la atención del público y de los empresarios. ¿Quieren ver la ironía de título? Se llamaba Mi noche triste”.
Como señalábamos antes, el día y el mes de grabación no quedaba en los registros, por lo que no sabemos a ciencia cierta en qué momento del año 1917 fue grabada esta obra ni tampoco cuando fue el estreno en vivo. Algunos estudios afirman que pudo haber sido el 3 de enero en el teatro Esmeralda o en el Empire en alguna de las varias presentaciones que realizaron ese año. Más allá de estas suposiciones, lo más importante es que con este tango se iniciaba lo que se denomina el “tango canción”. La letra de Contursi inaugura una temática diferente de la que se empleaba hasta ese momento, adquiere un argumento, incorporando la temática del abandono, del amor desdichado y la soledad. No fue algo casual, fue el resultado de muchos años de búsqueda por parte de autores y compositores de una nueva forma, una evolución, y que encontró en la maravillosa voz y la acertada interpretación de Gardel el punto de partida ideal.
Walter Santoro, Martín Sardella
Fundación Internacional Carlos Gardel