SUCESO GARDELIANO N°19 - 24/06/2020
Carlos Gardel, historia de un ídolo y sus fieles seguidores
Esta historia intenta evidenciar la pasión que, hoy en día, explica el nacimiento del mito, que puso a la figura de Carlos Gardel un escalón por encima del de los hombres y un peldaño antes al de Dios. Y el último gran deseo de miles de gardelianos, que desean compartir la eternidad junto a él.
Contexto social Buenos Aires 1920
Entre fines del siglo XIX y principios del XX ocurrieron fuertes migraciones con distintas intensidades y direcciones. Los principales polos de atracción fueron Argentina y Estados Unidos. La Argentina se destacó por aceptar el mayor contingente inmigratorio en relación con su población estable, lo que provocó un impacto colosal desde el punto de vista de la organización social y la identidad colectiva. La Buenos Aires moderna comienza a construirse sobre múltiples expresiones culturales y étnicas, con la lucha de una nueva comunidad en formación que añoraba lo perdido: los inmigrantes su tierra de ultramar y los habitantes originales de Buenos Aires la tranquilidad colonial de su Gran Aldea, inmersa en un continuo trastocar de valores, formas de vida, léxicos y arquitectura.
Frente a estos cambios radicales podría hablarse lícita y pertinentemente de una nueva Buenos Aires. A diferencia de EEUU, el proceso de integración fue exitoso y pacífico, las pequeñas comunidades de inmigrantes se ayudaban entre ellas y mantenían vigentes las costumbres de sus países de origen.
Las sucesivas oleadas de inmigrantes que peleaban por un lugar con los residentes de la ciudad podrían parecerse a la lucha por el último lugar, en el barco que estaba zarpando. En la nueva sociedad, ésta podría haberse convertido en una contienda sangrienta. Sin embargo, de acuerdo con los registros existentes no parece haber resultado terrible.
Nuestro proceso de integración fue exitoso y pacífico. Los inmigrantes se instalaron en pequeñas comunidades, las cuales se ayudaban entre ellas y mantenían vigentes las costumbres de sus países de origen. Sobre todo al compararlo con otros equivalentes, que contaron con fronteras intermediarias entre los límites barriales en Nueva York, donde aún perdura la falta de integración.
No pretendemos negar el país que se había desarrollado hasta ese momento, sino poner el énfasis en la irrupción de los cambios originados con la inmigración y multiplicados con tal fuerza y masividad, que inauguraron una dinámica social y un mestizaje con un vuelo que sólo el tango fue capaz de mostrar y expresar.
En 1869 la población argentina alcanzaba un millón setecientos mil habitantes, de los cuales doscientos mil eran extranjeros. En los siguientes sesenta años, entrarían siete millones de inmigrantes, de los cuales cuatro millones volvieron a sus países de origen y los restantes permanecieron como población estable afincada. La Capital Federal pasó de tener el 7% de extranjeros en 1895 al 50% en 1914. Y si a éstos sumamos los provincianos, resulta que sólo un tercio de su población había nacido allí. El cambio sufrido por la nación fue de una magnitud inusitada. Como a los extranjeros no les otorgaron los derechos políticos y el poder y los medios de comunicación quedaron en las mismas manos, aparentemente no se evidenciaron grandes cambios estructurales. El orden conservador instaló en el país, a través de lo que se denominó la generación del ’80, un modelo de manejo del poder absolutamente oligárquico. La llegada de las primeras grandes oleadas inmigratorias se produce en coincidencia con el auge de esta organización, pero la presión generada por la nueva situación terminó erosionando ese poder y cambiando los ejes culturales sobre los que pivoteaba nuestra sociedad. Los arquetipos sociales derivados de la cultura variaron radicalmente.
El gaucho en esa época fue idealizado, incluso como reflejo de las virtudes más nobles del ser humano: lealtad, hombría de bien, solidaridad, esfuerzo, sinceridad… (de allí proviene la palabra “gauchada”, el auge de los payadores y la música criolla, y otras artes que lo reflejan). Buena parte de la élite local promovió el arte nacional, las tradiciones argentinas, las danzas y los bailes autóctonos de las diferentes provincias, entre ellos el naciente tango. Durante esta época de los gobiernos liberales-conservadores se produjo la máxima prosperidad que conoció Argentina, teniendo la más alta movilidad social de los países del mundo. Ejemplo de ello son los propios Gardel y Razzano, que siendo extranjeros y de humildísima cuna, llegaron en poco tiempo a los más altos grados de popularidad y prestigio por sus méritos personales.
Al cambiar la geografía humana de una manera tan drástica, fue forzosa la construcción apresurada de nuevas estructuras físicas y simbólicas. Surgen nuevos paradigmas de vida, de comportamiento y de ideales. Seguramente estos procesos no estuvieron exentos de dolor, porque ninguna empresa humana carece de él. Hubo resistencias, resentimientos y hostilidades de unos frente a otros. Hay registros sobre la xenofobia expresada por algunos sectores de las clases acomodadas, pero la crónica menuda finalmente no tuvo la fuerza necesaria para oponerse a los ineluctables procesos integradores que se pusieron en marcha.
Contrariamente a lo que se afirma de manera generalizada, el tango se reveló incapaz de ser soporte para la transmisión de ideas políticas. Este género fue el ámbito donde se ventilaron los temas conflictivos de índole personal de la elaboración de los problemas humanos primordiales; surgidos a partir de los choques culturales y sociales. El tango trabajó sobre lo inconsciente y las emociones. Las historias contadas no estaban relacionadas en el nivel manifiesto con la problemática de la inmigración ni de la integración social, pero en lo profundo fueron las articuladoras de esos conflictos. Hubo algunos, como «La Violeta» o «Giuseppe el zapatero»», que trataron el tema de la inmigración de manera directa, pero fueron minoría en el conjunto de la producción tanguera.
Al cambiar la geografía humana de una manera tan drástica, fue forzosa la construcción apresurada de nuevas estructuras físicas y simbólicas. Surgen nuevos paradigmas de vida, de comportamiento y de ideales. Seguramente estos procesos no estuvieron exentos de dolor, porque ninguna empresa humana carece de él. Hubo resistencias, resentimientos y hostilidades de unos frente a otros. Hay registros sobre la xenofobia expresada por algunos sectores de las clases acomodadas, pero la crónica menuda finalmente no tuvo la fuerza necesaria para oponerse a los ineluctables procesos integradores que se pusieron en marcha.
Pero esto no quiere decir que el aspecto de la representación democrática le sea extraño, ya que el tango «comienza a hablar» a partir de 1898, incorporando un nuevo estilo en 1917 y en sus letras la tragedia, la melancolía y tristeza, exteriorizando las situaciones vividas en la época, un año después de instalado el primer gobierno surgido del voto popular.
Horacio Salas supone cuatro mitos en la Argentina del siglo XX: Yrigoyen, Perón, Eva Perón y Gardel. Afirma que los tres primeros sufrieron los embates del odio político y de sus opositores. Fueron cuestionados y difamados y no hubo perdón para sus errores. Sólo a Gardel se le disculpa todo, incluso sus simpatías políticas (conservadoras) [Era liberal conservador]. El culto a Gardel se impuso de manera generalizada y sería un ejemplo de lo afirmado: lo político segmenta, mientras que el tango de Gardel, se construye en la elaboración y unificación de las diferencias.
Al margen de sus simpatías políticas, fue el máximo relator de las historias que el pueblo necesitaba e iba incorporando a sus vidas. Cantaba relatos míticos y cuando muere trágicamente en la cúspide de su carrera, es ascendido a esa categoría.
El fenómeno Gardel en la comunidad, primeros pasos
Para poder entender por qué el éxito de Gardel impactó en la gran aldea, tenemos que empezar contando su historia, que es similar a la del resto de los migrantes quienes, al cambiar de país, deben adaptarse a un paisaje diferente, a un distinto modo de vida y a nuevas amistades.
Carlos Gardel y su madre Bertha Gardes, 1904 aprox. (Recreación)
Carlos Gardel y su madre Bertha Gardes, vinieron como tantos otros inmigrantes, a probar suerte a la gran aldea. Desde aquella mañana en que doña Bertha y Carlitos pisaron tierra argentina iniciaron una vida distinta y difícil. El pequeño Carlitos debió ser entregado al cuidado de amigas de su madre para que ella pudiera dedicarse al extenuante oficio de planchadora. Cuentan los hijos de Rosa Corrado de Franchini que compartieron su infancia con Carlitos, que “desde muy chiquito soñaba con ser cantor. Él mismo lo decía. Muchas veces, de noche, cuando se acostaba, lo veíamos en la cama con un pequeño palo, a manera de guitarra, y cantaba las canciones de la época, mientras decía: «Yo voy a ser un gran cantor». (…) Su infancia fue toda así. Pasamos por él más de un sobresalto. A los siete años se sentaba en las puertas de calle a cantar, y enseguida lo rodeaba un mundo de muchachitos y por intermedio de ellos, muchas familias se lo llevaban a sus hogares, durante días enteros”. Y Bertha Gardes asegura que Carlitos, ya a los 12 años le pedía las llaves de la puerta de calle porque por las noches “tenía un programa”; vale decir, que a esa edad temprana ya daba recitales amateurs, en casas de familia u otros sitios.
Como la mayoría de los niños de la época, aquel muchachito morocho, peinado con raya al medio, bastante gordito y de andar desenfadado, pasaba gran parte de su tiempo en la calle, obsesionado en la búsqueda de la oportunidad de hacer algún dinero. A veces mezclándose con amistades no muy santas, que le ocasionaron dificultares con la policía.
En ese cacofónico mundo de contrastes, fue tomando contacto con el lunfardo, con payadores, con músicos de todo tipo y condición. El jovencito Gardel tenía una relación muy cercana con la familia de don Agustín Traverso, dueño de la fonda O´Rondemann, en especial con sus hijos: Constancio, Alberto “Gigio”, José “Cielito”, Félix “Felicín”.
Carlos Gardel y su amigo, Alfredo Deferrari, 1906.
En el Abasto tallaba el Payador José Betinotti, genial autor de “Pobre mi madre querida”; que escuchaba al jovencito con verdadero cariño y hace 1904, Café “Paulín”, ubicado en Avenida San Martín, entre Bella Vista (actual Tte. Gral. Donato Alvarez) y San Blas. Mucha gente quería oírles cantar un contrapunto, una payada. Jose Betinotti sabía que su partenaire era incapaz de expresarse por improvisaciones; para hacerle salir del compromiso con agilidad recordó aquella anécdota del “zorzalito”, y elaboró espontáneamente estos versos:
«¡Los que me escuchen a mí
sabrán el hondo gemir
de mi alma sentimental.
Pero de otros el sentir
lo sabe sólo decir
el canto de ese Zorzal!…»
Y acto seguido señaló a Carlos ofreciéndole la guitarra, dándole así pie para que tomara el instrumento y cantara una de sus estudiadas canciones, en vez de obligarle a improvisar un mano a mano. A partir de aquella anécdota comienza a popularizarse por la ciudad su mote “El Zorzal”, o “El Zorzal criollo”.
Izquierda: Retrato de Gabino Ezeiza. Derecha: Gabino Ezeiza con algunos payadores y gauchos.
Otras grandes influencia para Gardel fueron el uruguayo Arturo De Navas, su gran maestro, y el negro Gabino Ezeiza, a quien siempre consideró como el mejor cantor de Argentina.
El muchacho tenía amistad también con los primeros bailarines de tango: El Cachafaz, Tarila, El Escoberito, El “Flaco” Alippi y el “Negro” Pavura. Ellos y sus parejas fueron creando la coreografía que incluso hoy se sigue utilizando. En aquella época la letra del tango era divertida, provocadora y en la mayoría de los casos, muy soez.
Eran tiempos bravos. Carlitos fue trabando amistad con todo tipo de matreros, malevos, compadritos y personajes variopintos que luego poblarían las letras de sus tangos, verbigracia «El pardo Agusto», “El Cordobés”, ”El Morocho Aldao», «El Noy»… Algunos de estos nombres son mencionados por Enrique Cadícamo en el tango-homenaje compuesto en 1936:
“Dónde estarán los puntos del boliche aquel,
en el que yo cantaba mi primer canción.
Y aquellos patios donde pronto conquisté
aplausos tauras, los primeros que escuché.
Dónde estarán Traverso, el Cordobés y el Noy,
el Pardo Augusto, Flores y el Morocho Aldao.
Así empezó mi vuelo de zorzal…
Los guapos del Abasto
rimaron mi canción”.
Un encuentro significativo fue el que sostuvo con el cantor José Razzano una noche del año 1911 en la casa del pianista Gigena, detrás del Mercado de Abasto. Aquella reunión dio sus frutos y años más tarde, nacía el dúo Gardel-Razzano. El auge del dúo, comienza en el mes de diciembre de 1913 en el Armenonville, de allí al teatro, a las giras por todo el país, por Uruguay, por Brasil, por Chile… ¡Rumbo a la fama!…
En 1917, Carlitos incorpora un nuevo estilo en el tango y populariza los versos del tango “Percanta que me amuraste”, sobre la melodía de “Lita” —más tarde titulado definitivamente “Mi noche triste”—. Comienza a dar sentimiento y emoción a la forma de cantar el tango, dando nacimiento a un nuevo género musical: el tango canción.
El 9 de abril de este 1917, con su entonces inseparable compañero José Razzano, iniciaron grabaciones para discográfica Max Glücksmann (luego Nacional, luego Nacional Odeón). Los primeros discos salen a la venta en el mes de julio, e impulsan la difusión del Dúo.
La fama del Dúo iba en aumento. En el año 1920 están en pleno apogeo, trabajando incansablemente, viajando al interior y Uruguay. Para el año 25, habían grabado más de 350 matrices, y publicado unos 171 discos.
En 1923 el dúo viaja a España. A partir de entonces, el tango se enseñoreó en la garganta de Gardel, afirmando su prestigio de intérprete excepcional.
En 1925 se dehace el dúo, por problemas en la garganta de José Razzano que le impiden cantar. Gardel continúa en solitario, actuando su compañero como manager o representante. Siguen compartiendo los gastos y las ganancias al 50 por ciento como si nada hubiera cambiado. Pero en realidad, cambió todo.
La tecnología discográfica sigue evolucionando y en el año ‘26 Gardel vuelve a regrabar muchas de sus canciones exitozas en el nuevo sistema de discos eléctricos, que otorgaban una mejor calidad en el audio de reproducción.
En el mes de junio de 1927, a bordo del “Conte Verde”, Carlitos Gardel viaja al Europa por tercera vez. Después de una etapa consagratoria en España intenta la conquista en París en el año 1928, que se torna en el más fructífero de su carrera hasta entonces. El día 2 de octubre –fecha de su debut– debería instituirse como “El día del tango”.
Ya es un hombre de mundo, atrayente y popular. Su nombre está en las más importantes carteleras de París y “su” tango conquista a los franceses desde el “Florida”, de la Rue Clichy, de Montmartre; desde el Casino de Cannes al famoso Music-Hall “Empire”, en el corazón del luminoso París.
La fama alcanzada al resto del mundo occidental avivaba contenidas emociones de inmigrantes, despertando en los criollos el orgullo de pertenecer a esta insipiente comunidad rioplatense. Sin haberlos buscado Gardel era el catalizador, que unía a todos bajo una cultura en común.
Llegada al cine
Tras el nacimiento en New York del cine sonoro comercial en el año 1927, muy pronto llega la novedosa tecnología a Buenos Aires, y Gardel ve en ella una oportunidad en el avance de la industria cinematográfica. Anteriormente ya había actuado en el film mudo “Flor de durazno” rodado en septiembre de 1917.
Carlos Gardel, César Fiaschi e Inés Murray en el corto “Viejo Smoking”.
El 1º de octubre el año 30, Carlos Gardel junto a José Razzano y Francisco Canaro firmaron un convenio: constituyen una sociedad denominada “Unión Argentina”, Sociedad Difusora de Obras Musicales y Cinematográficas.
Días más tarde estarían filman quince “Sketch”, que le servirán a Gardel como promoción de sus canciones. Once de esos encuadres musicales se estrenarían al año siguiente, como complemento de la película «Luces de la ciudad» de Charles Chaplin. La experiencia resultó un gran suceso y siguen siendo tan disfrutables como aquella primera vez.
Pero Gardel buscaba ingresar a escena por la puerta grande. Sabía que el cine podía proyectar su imagen y su voz a todos los rincones del planeta. Guardó esas cintas en las maletas y se marchó a Europa. Allí movería todos los hilos que fueran necesarios hasta hacerse un lugar en el podio de la cinematografía universal. Y a ese proyecto abocaría todos sus esfuerzos futuros.
Surge la posibilidad de participar en un largometraje la Paramount, en París. En este primer film, “Las luces de Buenos Aires”, Gardel no es protagonista. Luego los productores comprenden que fue un error que Gardel no fuera la verdadera estrella y en el siguiente film no solamente le dieron el rol protagónico, sino también más tiempo para las canciones. El primer intento fue “Esperáme” filmado en 1932. El guión no era bueno, los actores y actrices mediocres… pero las apariciones musicales y actorales de Gardel lo justificaban todo. Desde ese momento sus películas son un éxito sin precedentes en toda América. La gente exige que se repitan —dos o tres veces— las secciones donde canta.
Se asocia a Alfredo Le Pera para que le escriba los guiones y las letras de las canciones.
Actúa junto a Imperio Argentina en un corto, “La casa es seria”, y un largometraje, “Melodía de arrabal”, que se convierte en un súper éxito.
La Paramount encuentra en Gardel la posibilidad de crecer en el mercado hispano. Le invitan a trabajar en Estados Unidos. En poco tiempo será considerado el sucesor de Rodolfo Valentino en la imagen y como el cantor que les pertenece a todos por igual. ¡La gloria se acerca!…
Viaja junto con su compañero Le Pera, y crean la sociedad “Éxito Producciones”.
En 1934 comienzan a rodar en New York. La primera experiencia, también exitosa, fue “Cuesta abajo”. El siguiente emprendimiento fue una comedia titulada “El tango en Broadway.
En 1935 filma “Tango bar” y su mejor película: “El día que me quieras”, la cual se estrena en forma póstuma. También participa con dos números musicales dentro del film “Cazadores de estrellas”
Las apariciones de Gardel en el cine dan forma definitiva al prototipo de argentino triunfador. Crea el modelo en el que nuevas generaciones de argentinos se inspirarán.
Reliza una gira continental que resulta apoteósica en todos las ciudades donde se presentó, lo que fue cimentando aún más su fama.
Gardel muere en Medellín, Colombia, el 24 de junio de 1935, en un accidente de avión. Desde entonces… es eterno, sigue siendo tal como era hasta el momento en que pereció en ese infierno de fuego y de sangre. Tal como se le ve en sus filmes. Con la frescura de su voz en los discos. Con la “pinta” y la sonrisa de sus fotos. ¡A nadie se le ocurriría imaginarlo de otra manera!… ¡Un milagro!
Accidente Aeródromo Olaya Herrera de Medellín 24 de junio 1935.
Los fieles amigos, que murieron en la misma hoguera
En cada nuevo aniversario de la muerte de Carlitos Gardel, evocamos también a sus fieles compañeros de gloria y de infortunio. Aquel día nefasto cayeron a su lado Alfredo Le Pera, Guillermo Desiderio Barbieri, Domingo Riverol, José Corpas Moreno, entre otros que siguieron su fatal destino. Se salvó, con graves quemaduras, José María Aguilar, quien falleció en Buenos Aires, muchos años más tarde.
Al margen de las víctimas del accidente, millones de personas sintieron la muerte de Gardel como su propia muerte. La crueldad de un destino que cercenó su promisorio futuro. La frase “Sos Gardel”, como emblema de éxito en la vida, nunca había cobrado tanta importancia como la vivida por todas las personas que encarnaron en el ídolo, su propio éxito y su propia fortuna.
El Mito
Un mito es un relato tradicional que se refiere a un acontecimiento prodigioso, protagonizado por seres sobrenaturales o extraordinarios, los cuales buscan dar una explicación a un hecho o historia fuera de lo común. Los mitos son de origen popular y se transmiten oralmente de generación en generación antes de que se los registrara en forma escrita.
Trascender es parte inherente de la existencia del ser humano, las religiones, en la historia, surgen en primera instancia para explicar o dar sentido a lo inexplicable, llenando el vacío del desconocimiento, basados en la necesidad fisiológica que tiene cualquier ser humano en cerrar un hecho o explicar un acontecimiento para dar sentido a su existencia. Y en segunda instancia en continuar su especie o descendencia; parte de esta segunda, contiene el sentimiento de pertenencia a una especie o sociedad, que pueda y sepa transmitir los rasgos inherentes a la misma, a la siguiente generación.
Carlos Gardel supo entender y logro establecer la base de la identidad nacional, a la sociedad de la época, integrada en su mayoría por inmigrantes, otorgando el sentimiento y el orgullo de pertenencia a una sociedad, distinta de la que habían venido, es de ahí, que su muerte trágica, estableció el mito (se sabe que el mito, requiere de una serie de condiciones “una muerte trágica, en el momento culmine de su carrera, sumado al sentimiento de identidad y orgullo”), sumado a ello el sentimiento de identidad de las clases populares de donde surgió, y luego el reconocimiento de las clases más altas, tras su triunfo en Europa y Estados Unidos, para dar forma a una nueva identidad cultural a todos los argentinos.
Carlos Gardel fue el catalizador que unió al inmigrante con esta nueva tierra, siendo parte activa de nuestra vida en forma consiente e inconsciente, cualquiera podía ser considerado Gardel, con la frase “Sos Gardel”, si las circunstancias lo favorecían, o la expresión “Soy Gardel” o “anda a cantarle a Gardel”. Gardel paso a ocupar el espacio del superhéroe, que todos idolatramos, y que nos permite encontrar el punto de apoyo para sentirse parte de una sociedad. A su corta carrera le sucede el mito, la construcción de su imagen como fuera de este mundo.
Mausoleo de Carlos Gardel en el Cementerio de la Chacarita, 24 de junio 2019.
Tras la instalación de su mausoleo en el Cementerio de la Chacarita en 1938, coronado por una estatua a tamaño real, sus fieles admiradores se nutrieron de su éxito, forjando su historia en la de Gardel, viviendo hoy sus recuerdos como propios, en la mayoría de los casos sus edades, dicen que nunca lo conocieron, pero aun así sus historias están atadas a las de él. Y orgullosamente lo recuerdan, continuando con la tradición de los últimos ochenta y cinco años. Sus seguidores viven a su estilo durante un día, cada 24 de junio, aquel trágico final, interpretando sus canciones, intercambiando anécdotas y vivencias junto al Zorzal, confirmando la importancia de Gardel en sus vidas, como parte de su propia historia. Esta pasión llega incluso a desear descansar después de muertos a su lado. Su figura eterna se encuentra, para todos ellos, un escalón por encima del de los hombres y un peldaño antes al de Dios.
Walter Santoro para Fundación Internacional Carlos Gardel