SUCESO GARDELIANO N°28 - 17/02/2021
La Fortuna de Carlos Gardel
Siempre se especuló con la fortuna de Gardel, aunque lo cierto es que para 1932 su situación económica era ajustada. En enero de 1932 le escribió a Defino «… aguantando un poco de tiempo por aquí espero saldré de mis deudas y estaré tranquilo”. Recién en abril de 1935 pudo saldar la hipoteca que pesaba sobre su casa de Jean Jaures 735: «…estoy contento que hayas terminado asunto Banco, pues era otra de las pesadillas que me saqué de encima». Tras la normalización de sus cuentas Gardel comenzaba a pensar en su futuro desde una visión empresarial, proyectando dedicarse al cine y la radio.
Tras las tensiones que se habían generado con Razzano por inconvenientes sobre el manejo del dinero, Gardel revoca el 16 de enero del año 1933, el poder general de administración general de todos los bienes que le había otorgado a José Razzano y solicita ayuda a Armando Defino, quien en otras ocasiones ya había colaborado con él, en distintos temas jurídicos. El 22 de octubre de ese año le otorga un Poder General de administración, y este comienza a poner en orden las cuentas.
Izq.: Foto dedicada por Gardel a su amigo y hermano Armando Defino. Der.: Armando Defino.
El panorama va cambiar a partir de 1934, cuando firma contrato con la Paramount para filmar sus dos primeras películas americanas, “Cuesta Abajo” y “El Tango en Broadway” en esta ocasión él era el protagonista, esto no solo le permitiría lucirse, sino ganar mucho mejor. (correspondencia de Gardel-Defino)»…se acabaron las incertidumbres y angustias, encauzándose las cosas en una era de prosperidad y trabajo. Hemos fundado una sociedad de producción… de la cual soy el director… A mí me darán por dos películas la cantidad firme de 25.000 dólares y e1 25% de las ganancias…«
De todos modos, estas expectativas no parecen haberse concretado en una gran fortuna, pero suficiente para poder darle tranquilidad.
Carta de Armando De fino, 21 de mayo 1935:.. “En nuestras conversaciones hablamos mucho de eso, tú lo recordaras: “habrá que joderse dos o tres años” y después tomar el trabajo como distracción con el consiguiente beneficio” …si tú crees, como yo también creo que será éste el momento, no hay más que ponerlo en práctica. Tu situación es ahora muy distinta a la de hace tres años. No tienes deudas un pequeño capital susceptible de aumento, con comodidad fácilmente. Por todo ello comprenderás que estoy muy de acuerdo con tu manera de pensar, sobre todo que viene a confirmar el afán de estos últimos años. -Por otra parte, éstas son de las cosas que uno puede retractarse sin desmedro, vale decir, que mañana se te ocurriera hacer otra incursión por los distintos países, dependerá de ti, la elección, sin la obligación de pensar en asegurar un futuro como has tenido que hacerlo hasta el presente. Y felizmente que podemos pensar así hoy día…”
Detalle carta de Armando Defino a Carlos Gardel el 21 de mayo de 1935.
Carta de Gardel a Armando, Barranquilla junio 4 de 1935:… “Como te decía en mi carta anterior, estoy decidido de la manera más firme a no trabajar más en teatro y así tenés que hacérselo saber a Ricardo a quien le escribo por este mismo correo. Yo no estoy ya para estos trotes de cantar todos los días y después de esta gira me cortaré para siempre la coleta en materia de presentaciones personales. Es demasiado trabajo, demasiado poner la voz y, en fin, ya no es para mí. Me limitaré a radio, discos y cine. Acerca de los contratos de radio trata de tener las cosas con el mismo entusiasmo hasta que yo llegue para decidirnos por lo mejor y más rendidor. Creo a mediados de setiembre estaré en esa e iré desde Europa. A Ricardo podés decirle que le hubiera complacido con mucho gusto pero que yo no quiero trabajar ya en teatro porque pienso que mi verdadero porvenir y conveniencia está en el cine. Haciendo películas por mi cuenta o por cuenta ajena, conviene no dar la lata frente al público. Pero sobre todo te aseguro que cada día se me hace más dura esta cuestión de vestirme y de cantar hasta desgañitarme. En la radio es otra cosa y en las películas con dos o tres semanas de trabajo y cinco canciones estoy del otro lado…
Detalle carta de Gardel a Armando el 4 de junio de 1935 desde Barranquilla.
Gardel había decidido ordenar su vida, no podía seguir con ese ritmo de trabajo. A partir de sus últimas dos películas, no solo el éxito le sonreía, éste iba acompañado de dinero; en varias cartas enviadas a Defino se describe esta situación. El mismo día que el destino le jugara la peor de las partidas, Armando Defino estaba firmando el mejor contrato Radial de la historia Argentina. Esta historia se conocería años más tarde, en una nota publicada en la revista Radiolandia del 26.6.1937, dirigida al amigo personal de Gardel de toda la vida, el señor José A. Zatskin, en aquel momento director de las emisoras de la calle Bolívar, quien había rehuido siempre el reportaje en torno a esa amistad y al referirse al contrato que lo unió a Gardel, descubre algunos perfiles curiosos en la fisonomía de quien fuera ídolo indiscutible de la República.
Ultima carta de Gardel a Armando desde Bogotá, junio 20 de 1935:
“…Vuelvo a raticarte mi idea acerca del trabo teatral. Se acabó. Ya no estoy para estos trotes y la sola idea de ponerme las prendas gauchas me hace caer el pelo. Voy a dejar las botas y lo demás para los innumerables Pettorossis de ocasión que rascan por el mundo. La radio si me seduce por su comodidad y descanso y a eso y a las películas me dedicaré. Yankelevich me cablegrafió desde Hollywood preguntándome donde estaría a fin de mes. Le contesté que en La Habana y el soru no dio mas señales de vida. Cuando llegue a esa ya veremos con que estación nos decidimos, sin tener en cuenta milongas sentimentales. Ya me la han contado demasiado para que agarre viaje a estas alturas…
POR GARDEL PAGÓ RADIO AMÉRICA EL PRIMER GRAN SUELDO RADIAL
José A. Zatskin —“Creo que el que le pagó Radio América fue el primer gran sueldo abonado en nuestra radiotelefonía a artista alguno” —comienza diciéndonos el señor Zatskin—. Regresaba Gardel de París —donde filmara— «Luces de Buenos Aires» —y su apoderado fue a verme a Radio América. El propio Carlitos había querido, en primer término, que la oferta se me hiciera a mí. Y el contrato fue brevísimamente conversado:
—¿Cuánto vale Carlitos mensualmente?
—Ocho mil pesos.
—Aceptado.
—No tenía —sigue el señor Zatskin— ni anunciador ni proyecto alguno. Pero el nombre de Gardel valía por todos los factores en contra. Su actuación posterior me dio la razón, pues fue brillantísima, como todas las suyas. Cantaba una hora diaria, sin interrupción.
Más o menos doce o catorce canciones consecutivas. Hay un detalle, en dicha actuación, que merece contarse, porque indica el espíritu simple y el corazón enorme del cantor.
La publicidad en aquellas audiciones de Gardel la había contratado una firma vendedora de vinos, que puso como condición se le cantara un tango alusivo a la bebida, como característica final de cada día. Y lo que es peor, debía cantarlo el propio Gardel.
Saberlo Carlitos y negarse rotundamente fue todo uno.
—¿Pero cómo querés que cante eso, si es malísimo… ¿Y, además, en mi vida he tomado ese vino…
—Por favor, canta como quieras, pero canta. Es una condición indispensable del contrato.
—Mirá Zatskin. Como buenos amigos rompemos el contrato, te prometo no ir a ninguna otra radio, pero ese tango yo no lo canto.
—Pasaron varios días —nos cuenta el ex director de Radio América— y ya a dos días del fijado para comenzar la serie de audiciones, me decidí a jugar el todo por el todo.
Fui a verlo a su casa, vivía entonces con su señora madre y estaba todavía en la cama:
—Vengo a verte —le dije— porque estoy en una situación difícil. Renuncié a Radio América y quiero que vos mismo lo sepas en primer término. Había empeñado mi palabra de que cantarías el dichoso tango, y como no puedo menos que romper el contrato me voy de la broadcasting.
—Y bueno, qué embromar. He cantado tantos tangos malos en mi vida que por uno más no se terminara el mundo. A ver si por un capricho mío vas a terminar con tu carrera en la radio… El corazón enorme del zorzal criollo se había antepuesto a su amor propio herido.
—Y cantó diariamente la canción del caso —termina el señor Zatskin—. Las cosas que hizo mientras la interpretaba no se las imaginarán nunca quienes no conocieron íntimamente a Gardel. Era un muchacho grande del que se conseguía cualquier cosa. Era un niño siempre, pero su corazón era el de un hombre fuerte. Que por la amistad hubiese dado jirones de su propia vida.”
El dato histórico dice que, del contrato de dos meses, Gardel cantó por la radio solo uno. Son desconocidos los detalles de lo que sucedió a solo un mes del debut, pero es probable que la disconformidad de Gardel con el jingle fuese el motivo.
Carlos Gardel con sus guitarristas Angel Riverol Julio Vivas Guillermo Barbieri.
Izq.: Publicidad Gardel vino Toro diario el mundo 30 de agosto de 1931. Centro: Publicidad Gardel vino Toro revista antena 31 de agosto de 1931. Der.: Letra del tango Tirate un Lance dedicado por Bodegas y viñedos Giol a los consumidores de vino Toro.
Carlos Gardel y José Razzano en la fiesta del Programa Vino Toro.
EL CONTRATO QUE NO FUE: $45.000 POR TREINTA AUDICIONES IBA A PAGARLE CAFIASPIRINA
Transacción que, justamente, se realizaba en las oficinas de Radiolandia el 24 de junio de 1935, a las seis de la tarde. En la dirección de nuestra revista conversaban en torno al contrato, ya listo para firmarse,
Armando Defino, apoderado de Gardel, y el señor Evaristo J. Boria, jefe de publicidad radial de «Farmaplatense». Todos los detalles estaban ultimados. Y se comenzaba a planear la presentación publicitaria de Gardel, mientras la ciudad entraba ya en las sombras, como presintiendo la catástrofe. Eran los últimos instantes de aquella conversación. Ya los sombreros en la mano y las diestras estiradas en el apretón cordial, que sellaba el contrato más grande de todos los realizados hasta entonces en nuestra radiotelefonía.
De pronto, con la brevedad de las malas noticias, vibró en la emoción de toda la información cablegráfica. Había muerto Gardel. Y un nudo de angustia se hizo en los corazones. Nunca más se revivió el instante trágico de aquella tarde porteña, en que en plena calle Corrientes se estaba forjando una nueva etapa de la vida brillante del astro. Hemos querido ahora, al cabo de dos años, que uno de sus intérpretes hablara de Gardel. Que el propio señor Boria nos dijera algunos detalles de aquel contrato fabuloso para entonces.
Y haciendo un alto en su afanosa labor diaria, rodeado de empleados que aguardaban sus órdenes, en el ambiente febril de su oficina, ha pausado esa tarea y renueva sus impresiones de aquel 24 de junio de 1935.
—Confieso que experimentaba entonces una íntima y enorme satisfacción. Había conseguido del directorio de la firma por la que trabajo, la conformidad por la cifra que pagaríamos al cantor. Se había hecho justicia a sus méritos de embajador auténtico e incomparable del cancionero nacional. (nos aprestábamos para iniciar las publicidades de sus audiciones, ya aceptado por ambas partes el contrato, rodeando a Gardel con el afecto y la seriedad que merecía y que usamos siempre con nuestros artistas. Jamás se había planteado una campaña publicitaria con tanto celo. Hasta en los mínimos detalles. Gardel iba a estar con su pueblo, en todas las aristas brillantes de su personalidad múltiple. Era el artista ideal — y en esto perdonen al publicista— para el producto que iba a difundir con su popularidad extraordinaria. Sabíamos que si tres millones de personas pueden escuchar radio, el noventa y cinco por ciento de los mismos sintonizarían sus audiciones. La catástrofe de Medellín dio por tierra con su vida y con todas nuestras esperanzas. Y eran, tantas ellas, que ni en buscar emisora nos habíamos ocupado. Sabíamos cabalmente que por cualquier onda que actuara, el éxito de Gardel sería el mismo. Hasta entonces ha hablado el hombre de negocios, el experto en publicidad que vive en nuestro reporteado. Después habla el hombre, admirador del ídolo.
—Cuando supe su muerte, como todos quienes estábamos aquella tarde en Radiolandia, se produjo en mí una emoción incontenible. Triunfaba la muerte allí donde planeábamos la vida futura del gran muchacho que fue Gardel. No he olvidado el instante, ni lo olvidaré nunca. Quizás por eso, cada vez que lo he visto animado en el lienzo de algún cinematógrafo, me ha parecido revivir el sabor amargo de aquel crepúsculo, en que flotando en la sala donde había sido el tema invariable y grato quedó el dolor de su pérdida. Una pérdida irreparable para la radio, para la canción y para todo el arte popular de este país.
Gardel había creado en EEUU su propia productora “Éxito Producciones”, a efecto de dedicarse al cine y a los programas radiales, tal como se describe en sus últimas cartas, Gardel ya no era solo un cantante ni un gran actor, era un gran empresario, el primer gran empresario del espectáculo argentino. Solo el destino pudo truncar esa gran carrera, y así destruir la ilusión de millones, como una de las grandes oportunidades para la Argentina.
En el año 1030, Carlos Gardel reclamaba judicialmente por los derechos de la difusión de sus discos. Es decir, se anticipaba al histórico hecho que se plasmaría tres años más tarde con la promulgación de la Ley 11.723, impulsada por el entonces diputado nacional Roberto Noble (Ley Noble), fundador del diario “Clarín”. Dicha ley establece el derecho de propiedad de los creadores e intérpretes sobre sus obras y les otorga la facultad de disponer libremente de las mismas. Ante el reclamo de “El morocho del Abasto”, los jueces de la Cámara Civil 1ª de la Capital Tobal, Campos y De Vedia y Mitre, resolvieron por unanimidad que: “…La adquisición de discos fonográficos no autoriza la difusión de los mismos por radiotelefonía si no media consentimiento de sus intérpretes.” Carlos estaba acompañado en su demanda por dos intérpretes de su misma talla, Ignacio Corsini y José Razzano, y así se refería el Juez Tobal acerca de ellos: “Los señores Gardel, Corsini y Razzano, cotizados intérpretes en su género, deducen estas actuaciones solicitando se suspenda en distintas ‘broadcastings’ la transmisión de discos interpretados por ellos…”. Vale aclarar que el juez de la primera instancia había desestimado el pedido de “El Oriental” fundándose en que “Al imprimirse un disco fonográfico y entregarlo a la circulación, los autores se desprenden de sus derechos con respecto a ejecuciones de esa clase, juzgando en consecuencia que quien los compra, adquiere la facultad de ejecutarlos indefinidamente, inclusive por radio, porque el hecho de retransmitirse por radio está consentido tácitamente al ponerlos a la venta”. Argumento refutado por Tobal, en esta segunda instancia, cuando dice:
“Como se ve, estos autos plantean cuestiones novedosas: la de si asiste derecho a los ejecutantes para oponerse a que se transmitan sus discos por estaciones emisoras de radiodifusión sin el previo pago de sus derechos (…) Sostener que quien adquiere un disco puede reproducirlo por todos los medios, inclusive la transmisión a distancia, al público que pueda.”
Tras la muerte de Gardel, se funda SADAIC, Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música; creada el 9 de junio de 1936 tras la fusión de dos sociedades de autores, el Círculo Argentino de Autores y Compositores de Música y la Asociación de Autores y Compositores de Música. Carlos Gardel, su principal asociado, que en el mejor momento de su carrera, y por cuestiones del destino, no llegó a disfrutar nada de la época de bonanza, que le empezaron a generar las regalías de su trabajo, una gran fortuna, pero todo esto forma parte de otra nueva gran historia, de la historia sin fin de Carlos Gardel.
Walter Santoro
Fuente Radiolandia 26.6.1937
Revista Arlequín (SAGAI) 9-12-2009
Fundación Internacional Carlos Gardel