SUCESO GARDELIANO N°30 - 12/03/2021
EL DÚO MÁS FAMOSO DE LA HISTORIA
Pocos acontecimientos fueron tan significativos en el mundo del espectáculo rioplatense como el encuentro entre Carlos Gardel y José Razzano a fines de 1911. Fue el binomio que transformo nuestra historia, el gran éxito de la época, conocido como el “Dúo Gardel-Razzano”, unidos, iniciaron un rápido ascenso hacia la popularidad en los teatros de Buenos Aires y luego en Europa.
En esta ocasión les voy a contar, la primera parte de esta historia, la que podemos definir como “el encuentro” que marcara el inicio del binomio.
Izq.: El joven Carlos Gardel. Der.: El antiguo Mercado del Abasto.
EL ENCUENTRO
Desde principios del siglo XX, se ve con frecuencia al joven Gardel por los alrededores del Mercado de Abasto… más precisamente, por la esquina de Agüero y Humahuaca, que es donde se encuentra el lugar de sus habituales «paradas»: el Café «O’Rondemán». Sus propietarios, Yiyo, Constancio, Félix y José Traverso, le profesan verdadero afecto; sobre todo, el obeso Yiyo, que siente un paternal cariño por el muchacho.
Para el año 1911 la figura de «El Morocho» traspone los límites del Abasto, y se hace familiar en otros barrios de la ciudad, así se lo escucha por Barracas, Corrales o Palermo. No hay reunión donde no sea requerida su presencia.
Dalmiro Santamaría en la revista “Ahora”, de junio de 1939, brinda un relato muy preciso.
«Un día, en 1911, un amigo mío, José Oriente, que trabajaba en el Mercado de Abasto, me vino a decir: —Delmiro, hay un muchacho que es una maravilla, canta como los propios ángeles. iTenés que escucharlo! Decirme eso y entrarme en seguida las ganas de conocerlo fue todo uno. Ya no pude aguantar la tentación y ahí nomás nos fuimos los dos. En un conventillo de la calle Corrientes, al fondo de todo, vivía el muchacho, que se llamaba Gardel, con su madre, en una pieza chica con dos camitas y un biombo en el medio Cuando supo por que íbamos a verlo, se puso a reír. Le pidió a la madre un calentadorcito de una media y una pava con agua. En seguida nos pusimos a matear, y como al lado de la cama había una guitarra chica, le pedí que nos cantara algo.
– ¡Ah, mi amigo! En cuánto lo oí cantar, sentí que eso era distinto a todo lo que había escuchado hasta entonces. Ya no quise esperar más y lo invité a que se viniera esa misma mañana para San Justo. Medio quiso disculparse, pero tanto le insistí que aceptó. Por la noche, a eso de las 19, se formó una rueda. Gente de mi casa y vecinos que pedían permiso para entrar. La reunión duró hasta las dos de la mañana en donde Gardel cantó, sin parar casi, más que para tomar algo. Nunca me olvidaré de esa noche.”
En 1912, el veinteañero cantor logra una mayor eufonía en su apellido, al substituir la «s» final por la «I»; ya todos lo conocían como «El Morocho».
Gardel, Razzano, Benavente, Jacinto y Ricardo con amigos.
ENCUENTRO ENTRE EL MOROCHO Y EL ORIENTAL
Los favorables comentarios sobre el mentado «Morocho», llegan a oídos de otro cantor, José Razzano —»El Oriental»— quien a su vez, es el «crédito» de la parroquia de Balvanera Sur. Sus amigos y admiradores lo alientan para que se «tope» con Gardel y uno de ellos —Luis Pellicer— es quien se encarga de concretar la idea, contando con la colaboración de un pianista apellidado Gigena, que ofrece para el evento, su casa ubicada en la calle Guardia Vieja, detrás del Mercado de Abasto. Allí se efectúa el «enfrentamiento vocal”.
El vestíbulo de Gigena, con dos grandes ventanas que daban a la calle, estaba atestado (había por lo menos treinta personas) cuando llegaron Pellicer y Razzano, Carlos ya estaba allí. Los cantores fueron presentados formalmente. “Me han dicho que usted canta bien”, dijo Carlos. “Me defiendo, pero las mentas suyas son grandes”, repuso Razzano. La atmósfera fue instantáneamente cordial. Razzano comenzó cantando los estilos “Entre colores” y “La carcajada”. Gardel replicó con “El sueño” (estilo), “Pobre mi madre querida” (vidalita), “El pangaré” (canción), “Yo sé hacer” (cifra), “El almohadón” (vals). Los presentes aplaudieron, los cantantes se abrazaron, pronto se volvieron a llenar las copas. A los repetidos gritos de “¡Bravo!” los dos hombres continuaron cantando, colaborando en vez de competir, por el resto de la noche, hasta las primeras luces del alba. Era el comienzo de una gran amistad.
La costumbre imponía que se devolviera la gentileza y el segundo encuentro ocurrió pocas noches después. La multitud reunida apenas cabía en el Café del Pelado. Un amigo de Razzano, Enrique Falbi, ofreció su casa cercana. Una vez más los presentes aplaudieron con frenesí. Falbi trabajaba para una importante compañía de seguros y tenía contactos en toda la provincia de Buenos Aires, contactos útiles para programar una gira. Gardel y Razzano podrían integrar un conjunto vocal y probar suerte en los pequeños pueblos pampeanos, donde los entretenimientos escaseaban. Esto también les brindaría una útil experiencia preliminar antes de buscar trabajo en los teatros de Buenos Aires.
EL DUO GARDEL — MARTINO
Constituido el dúo Gardel-Martino en 1912, proyectan juntos una gira por el interior Bonaerense. Se presentan en Chivilcoy, Bragado, el 9 de Julio, y en algunos pueblos más de la línea del Ferrocarril Oeste (hoy Sarmiento), hasta llegar a General Pico (La Pampa). Desde allí emprenden el regreso, después de una andanza de tres meses que no les resulta financieramente, pero esto no los amilana, al contrario ya que, en la ciudad porteña, al verse de nuevo con «El Oriental», hacen planes para cantar juntos.
La ocasión se presenta al poco tiempo, y el terceto GARDEL-MARTINO-RAZZANO actúa en un festival a beneficio, que se realiza en la Casa Suiza de la calle Rodríguez Peña 254.
Los nombrados, se encuentran entonces, con otro destacado elemento del canto criollo, el cuyano Saúl Salinas, quien sugiere la formación de un cuarteto, en el cual, Razzano y Martino hagan la primera voz, y él con Gardel, la segunda. El mismo se ha de concretar, pero más adelante, dando lugar a una nueva aventura.
Presentación del Terceto Gardel-Martino-Razzano en la Casa Suiza.
El 2 de abril de 1912 Carlos Gardel firmó contrato de grabación con la casa Taggini, hecho que señala el minuto cero del nacimiento del artista profesional. En ese momento cedió todos sus derechos y acciones sobre las composiciones de las cuales era compositor o autor.
Carlos cumplirá al pie de la letra todos los términos del contrato incluyendo la cláusula segunda que le impide interpretar los mismos temas durante cinco años a partir del 2 de abril de 1912. De hecho, recién volverá a grabar otra canción justo un lustro después, en abril de 1917, y será «El tirador plateado», esta vez para la Compañía Max Glücksmann. Grabará esta misma canción en Odeón, el 6 de noviembre de 1933, antes de viajar a Europa, convirtiéndose en su último registro folklórico en suelo rioplatense, pues la muerte le impedirá regresar.
Con el estilo «Sos mi tirador plateado», inicia —acompañándose el mismo en guitarra— una tanda de 15 registros, de los cuales uno ha de quedar inédito y el resto se editará en discos de doble faz.
El 28 de marzo, la revista «Fray Mocho» anuncia el primero de éstos que sale a la venta: N° T 594 «La mañanita»(estilo) «Me dejaste»(estilo)
Estas arcaicas placas de Columbia, han de constituirse con el tiempo, en invalorables documentos sonoros ya que, a través de éstas, ha de ser posible apreciar el primer estilo interpretativo de Gardel.
«El Morocho» —peinado con raya al medio y sin gomina—. Año 1913.
«… Se puede advertir allí a un tenor sin escuela, pero que intenta con notable seguridad notas altas y calderones, alardea en los agudos, y todo lo reviste de una musicalidad y una emotividad hasta entonces desconocida; su voz de tenor lírico de barrio, pues, no es muy potente, pero sabe manejarla, dosificando la respiración. Su escuela es la combinación de los bardos populares, de particular sabor, con la de los cantantes teatrales que solía imitar. Mezcla de intuición y observación… Todo eso se puede descubrir en las grabaciones de 1913, a pesar de la precariedad del sistema fonográfico».
DE CUARTETO A DUETO
En 1913 el terceto deviene cuarteto formado por Gardel, Razzano, Martino y Salinas. Visitan Zárate y San Pedro con gran entusiasmo, pero el fracaso económico hace que el grupo vaya desmembrándose, hasta que Gardel y Razzano, solos y desalentados, deciden regresar a Buenos Aires y refugiar su desánimo en sus respectivas barras porteñas. Ambos retoman sus quehaceres cotidianos y Carlitos regresa a la fonda de los Traverso, en el Abasto.
El año aún les deparaba más aventuras…
El cuarteto: Salinas, Gardel, Razzano y Martino. 1913.
EL DUO GARDEL-RAZZANO, COMIENZA «LA BUENA ESTRELLA»
En diciembre Razzano participa a Gardel de una invitación que ha recibido para cantar ante unos señores. Este acepta, y por la noche ambos acuden a la Confitería «Perú», de la Avda. de Mayo y Perú. Allí los aguardaban, don Pancho Taurel, patrocinador de la reunión; Pedro Carreras, senador y estanciero de Necochea; Cristino Benavídez, jefe de policía de la provincia de Bs. Aires; y Osmán Pérez Freyre, músico chileno. Todos se encaminan a la casa de madame Jeanne, ubicada en la calle Viamonte y Esmeralda, en donde los esperaban a cenar y allí han de cantar, hasta pasada la medianoche.
Al «ARMENONVILLE» —famoso restaurant-cabaret de la Avda. Alvear y Tagle— llega el animoso grupo, dispuesto a continuar la «farra»… «… Corrió el champagne. Y junto con el picor del licor —legítimo de Francia, en aquellos tiempos— les picó a todos el deseo de volver a oír a la pareja de cantores…
Las canciones de las dos voces bien entonadas empezaron a hacer revuelo fuera de la rueda de la sala alta. Entre los concurrentes al salón de baile corrióse el rumor… y al corredor contiguo se acercaron algunos a mirar y escuchar, entre ellos Jorge Newbery, Jiménez Lastra, Bartolito Gutiérrez, Manucho Güiraldes, Sánchez Elía (¡criollo lindo!), entre otros. Carlos y José no se daban tregua y el champagne los hacía cantar mejor según avanzaba la madrugada.
De «La pastora» pasaban a «El pangaré». De «El moro» a «Mírala cómo se va» o al «Adiós que me voy llorando»… Los curiosos no aguantaron más y se entreveraron en la rueda. El entusiasmo iba creciendo pues era la primera vez que oían aquello a dúo y tan armónicamente concertado.
Recuerda Razzano que, en un alto de las interpretaciones, es llamado por los dueños del lujoso local, señores Lanzavecchia y Loureiro (que no se habían perdido detalle de lo sucedido), y de éstos recibe un magnífico ofrecimiento, nada menos que la oportunidad para que puedan actuar allí, con un pago de setenta pesos por noche, con el agregado de ganar algunas extras en los reservados. La sorpresa de éste, no puede ser mayor…, y de inmediato se apresura en transmitirle a su compañero, la tentadora oferta; originando un instante risueño, por la incredulidad de Gardel, que le pregunta:
“—¿Los setenta pesos, son por mes?…
—No Carlitos, son por día.
— ¡Por día!… mira viejo, por esa plata soy capaz de cantarles, y hasta de lavarles los platos.”
Al día siguiente —a las 22 horas— debuta el dúo en el «Armenonville», compartiendo el programa con un conjunto integrado por notables figuras del tango: Roberto Firpo en piano, Eduardo Arolas en bandoneón, y David «Tito» Roccatagliata en violín.
Y la actuación de los cantores no puede ser más exitosa, ya que a la postre del espectáculo, son llevados en andas por la entusiasmada concurrencia.
Así comienza la continua y fulgente actividad profesional de Carlos Gardel y, por consiguiente, la del rubro artístico que más ha de trascender en la canción criolla, “EL Dúo Gardel- Razzano”. Su popularidad se acrecienta noche tras noche en el Armenonville y deriva en una actividad frenética que los llevará a presentarse en diversos teatros y espectáculos en la capital porteña y en provincias, acompañados de artistas de primera magnitud, popularidad que llevó al director teatral Elías Alippi a proponer al productor Pablo Podestá la incorporación de estos cantantes en sus representaciones de “El Paraíso” (“Le paradis”), comedia en tres actos de Maurice Hennequin, durante una temporada dedicada a obras picarescas del teatro francés. Cerraron un acuerdo de 20 pesos por función y de este modo debutaron el día 8 de enero en el Teatro Nacional de la calle Corrientes 960.
Recorte de prensa, Gardel-Razzano y Ricardo, cuando hicieron su primera presentación.
El diario “La Razón” publicó la siguiente crítica: “Numeroso público llenaba la sala; la interpretación de la compañía fue muy correcta, el señor Muiño se distinguió sobremanera, además de los directores Ducasse y Alippi. Recomendamos a los artistas mucha corrección en maneras y lenguaje, para orillar algunas situaciones escénicas que pudieran parecer de mal gusto. En un intermedio se hicieron aplaudir muchísimo, cantando algunos estilos criollos, acompañándose en guitarras, los señores Gardel y Razzano. Este número, tan del agrado del público, se mantendrá en el programa algunos días”.
Y una nueva historia comienza, que iremos relatando en las próximas entregas.
Walter Santoro
BIBLIOGRAFÍA
Vida de Carlos Gardel, Francisco García Jiménez, contada por José Razzano, Bs. As.,1946
Historia artística de Carlos Gardel, Miguel A Morena
Fundación Internacional Carlos Gardel